domingo, 11 de diciembre de 2011

Negativismo Desafiante

-EJEMPLO 1 (realizado por nosotras):


Las manifestaciones más habituales del Negativismo Desafiante son las conductas disruptivas tales como: negarse a abrir el libro, negarse a trabajar y hacer las tareas, no traer el material a clase o fingir no traerlo, molestar continuamente, provocar e insultar a los profesores, negarse a salir de clase cuando el profesor así lo indica, amenazar al profesor con pinchar las ruedas del coche o esperarlo a la salida del colegio.

Veamos un ejemplo

¡¡¡Pincha aquí!!!


¿Qué estrategias de contención son más útiles en este caso?

-Ignorar las conductas que son llamadas de atención y no entorpecen la marcha de clase.
-No entrar en su juego e interrumpir la clase, pudiendo quedar para hablar sobre ese tema individualmente al terminar la clase.
-No ponernos a su nivel y demostrar que somos adultos que nos tomamos con sentido del humor sus desafíos.
-No “activarlo” y adelantarnos a sus estallidos de cólera cambiando de actividad o de lugar.
-Hablar con el grupo de clase para que no le rían las gracias e ignoren sus llamadas de atención.
-Adaptar el currículum a su nivel de competencia curricular y hacer atractiva la tarea.
-Encargarlo de responsabilidades: ser el responsable del orden en clase o ser elegido delegado, en algunos caso supone un cambio radical en el comportamiento provocador y desafiante.
-si interrumpe la clase constantemente, tendremos que aplicar el “tiempo fuera”. Saldra de clase a una tutoría en donde un profesor estará pendiente de él, pero no le hablará, lo ignorará de tal forma que se aburra y desee volver al grupo respetando las normas. Si se va al pasillo, a la dirección o a jugar al patio o con el ordenador, lo pasará mejor que en la clase, estaremos premiando sus conductas desafiantes y favoreciendo que las repita.
-Si el alumno se niega a salir al “tiempo fuera”, tendrá que venirlo a buscar alguien que sea respetado por el alumno: el jefe de estudios, director, orientador. Pero nunca deberemos permitir que el alumno siga en el aula por su propio bien y por el de los demás. Tampoco deberemos caer en su provocación y recurrir a la fuerza para que salga. El desafío del alumno es una forma de pedir que alguien le ponga límites.

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