domingo, 18 de diciembre de 2011

Dentro de clase

La tranquilidad es un requisito indispensable en cualquier aula pero, en las que tenemos niños con conducta disocial lo es mucho más. 
La profesora ha de ser una persona que no necesite gritar para hacerse entender y que sepa controlar los nervios ante cualquier situación.
Ha de mantener una estrecha relación con la familia ya que es básico que se sigan las mismas pautas en los dos ambientes. Ésto hará que los niños las interioricen mejor y que sean conscientes que existen unas normas básicas que han de cumplirse en todos los ambientes en los que se desarrolla. 
La organización del aula tiene que ser muy pautada.
Las normas han de estar a la vista de los niños para poder acudir a ellas en el caso de que ocurra alguna incidencia.

Todo debe estar muy estructurado, la clase debería de contar con una serie de paneles visuales donde los niños pudieran ver cuál es el orden de las tareas. 
Si va a haber algún cambio en la rutina, éste debe de anticiparse. 
En un aula de infantil cuya metodología sea por rincones, lo más conveniente sería que la educadora referente pasase unas semanas explicando el funcionamiento, cómo se debe pasar de un rincón al otro, cuáles son las tareas que se pueden realizar en cada uno de ellos... Con todo esto, lo que buscamos es que el niño se haga cada vez más autónomo, que no necesite que tú le digas en cada momento lo que debe de hacer sino que él se sienta independiente y sepa desenvolverse por sí mismo.
Sería conveniente llevar a cabo la economía de fichas en el aula. A través de unos paneles en los que estén reflejadas todas aquellas conductas que queremos eliminar o, por el contrario, las que hay que reforzar. 
La educadora deberá sentarse a explicar tranquilamente el mecanismo de estos paneles en los que se irán poniendo o quitando puntos a medida que los niños se comportan de una forma u otra.
Si hacemos uso de la economía de fichas es muy importante dialogar con los niños y que estos sean conscientes de que no eres tú quien les quitas los puntos, sino que son ellos mismos quienes lo hacen a través de sus acciones.
Nunca debemos criticarles como personas sino explicarles que son sus conductas las que no nos gustan.

RESUMEN: Un aula perfecta sería aquella en la que la profesora hablase en voz baja (nada de pasarse el día dando voces), en la que las normas estuvieran a la vista, existan paneles visuales con la consecución de las tareas (los niños han de saber qué es lo que pueden hacer según van terminando las actividades que se les marcan) y en la que no se les critica a ellos sino a sus conductas.

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