Los síntomas que se evidencian en un TDA pueden presentarse en su totalidad o parte de ellos lo que dependiendo de las diferentes combinaciones va a depender de que tipo de TDA es el que se posee. El Manual Diagnóstico Estadístico de Enfermedades Mentales DSM- IV, distingue tres subtipos de Trastorno por Déficit de la Atención:
1- TDA tipo combinado: Esta categoría se utiliza si al menos 6 de los síntomas de atención y 6 de los síntomas de hiperactividad - impulsividad están presentes por un mínimo de 6 meses (A juicio de muchos autores la mayoría de los niños y adolescentes tienen el tipo combinado).
2- TDA tipo Inatención predominante: Se utiliza si al menos 6 síntomas de atención, pero menos de 6 en el ámbito de la impulsividad - hiperactividad están presentes por un mínimo de 6 meses.
3- TDA Tipo hiperactivo - Impulsivo: Es usado si al menos 6 síntomas de hiperactividad- impulsividad están presentes, pero menos de 6 de ámbito de la atención por un mínimo de 6 meses.
CÓMO SE RECONOCE:
Los tres síntomas nucleares del TDA son la falta de atención y concentración, la hiperactividad o sobreactividad y la impulsividad.
Estos efectos se traducen en que el niño está disperso, es incapaz de centrar la atención en un libro o en la televisión. Además, los afectados se mueven de forma continua, rara vez están sentados largo rato en un mismo sitio y mueven continuamente brazos y piernas, sobre todo a la hora de las comidas o de dormir.
En el colegio, a menudo interrumpen las explicaciones del profesor, no dejan trabajar a sus compañeros y hablan de manera continuada con afán de llamar la atención. Además, no hacen los deberes y provocan peleas entre los compañeros.
Los expertos coinciden en destacar que no es extraño que sufran fracaso escolar al afectarles directamente en el aprendizaje. También se sienten mal cuando se tienen que relacionar con otras personas, ya que suelen ser irritables y siguen con dificultad las normas. En casa, a menudo desobedecen a sus padres, no los escuchan e incluso pueden llegar a ignorarlos completamente.
La falta de comunicación entre los padres y el niño que padece este trastorno es algo habitual que se debe superar con un tratamiento adecuado.
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