La familia es la que debe fijar los valores morales del niño, si en su entorno familiar el niño no vive una serie de valores, difícilmente los podrá desarrollar y chocará con las normas y costumbres de otros entornos, como el escolar.
La falta de capacidad de los padres en la educación de su hijo puede ser también otra clave. En muchos casos, aunque en las familias existan unos criterios morales, una falta de autoridad o una excesiva permisibilidad de los padres pueden producir niños malcriados que se revelen por norma contra todo tipo de autoridad y quieran siempre salirse con la suya y satisfacer sus caprichos. También una severidad excesiva que roce el maltrato puede producir niños con este trastorno y con tendencia a maltratar a compañeros más débiles.
La falta de control y vigilancia de los niños también es un factor de riesgo. Cuando los padres están constantemente ausentes o no les prestan la suficiente atención a sus hijos, estos pueden ir creciendo sin que nadie les guíe ni corrija las adquisiciones de malos hábitos.
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